LAS RABIETAS INFANTILES

ORIENTACIONES FAMILIARES ANTE LAS RABIETAS
Es una reacción anormal ante una negativa a una petición o acción que desea realizar.
Puede hacer un sin número de reacciones anormales: tirarse al suelo, agredir a los padres, tirarse el pelo, correr hacia el patio, etc.
Este tipo de conducta se presenta alrededor de los 2 años y tiene por objeto afirmar su personalidad y demostrar su poder.
Como toda conducta anormal no debe ser permitida.
La primera reacción de los padres y adultos que rodean al/la niño/a (de común acuerdo) debe ser la de ignorar al/la niño/a hasta que éste recupere su comportamiento normal.
Desde el momento que el/la niño/a inicia la pataleta, deja de existir. Los padres conversan de cualquier otra cosa y no le prestan atención. Repentinamente, cuando el/la niño/a adopta la conducta normal, reaparece en escena y existe de nuevo para sus padres quienes le pueden decir: así te queríamos ver, como niño/a grande…etc. y hacerle alguna caricia. Dando a entender que la actitud que será premiada con su atención y cariño será la normal.
En los/as niños/as mayorcitos/as, se les puede explicar. ¡Nos gusta que las cosas que pidas lo hagas en buena forma! ¡Si te negamos algo, tenemos nuestras razones, hablemos de ello! Con posterioridad a los 5 a 6 años las rabietas desaparecen.
Nunca se debe castigar a un/a niño/a y menos a raíz de una rabieta, esto sólo reforzará estas conductas anormales.
A veces, los/as niños/as tienen rabietas cuando se sienten frustrados consigo mismos/as, porque no consiguen armar algo, porque sus padres no entienden lo que ellos/as dicen.
Los/as niños/as mayores pueden estar frustrados/as a causa de su incapacidad para hacer la tarea escolar.
En estas ocasiones, su hijo/a necesita estímulo y un padre que lo/a escuche. Apóyelo/a diciendo: «Sé que es difícil, pero vas a mejorar. ¿Puedo hacer algo para ayudarte?» Minimiza los errores y aumenta o elogia sus logros, aunque sean pequeños.
En alguna oportunidad no puedes permanecer impávido/a frente a la rabieta, como cuando ésta se produce en un lugar público. En este caso, el/la niño/a sabe que estás en desventaja y que no puedes tratarlo/a como en la casa (ignorándolo). Sácalo del recinto y llévalo/a a un lugar calmado en donde pueda aplicar las técnicas mencionadas. En otras oportunidades puedes conversar con él/ella y darle una advertencia (que debes cumplir) explicándole la negativa o razón que motivó la rabieta del/la niño/a. No cedas ante la rabieta por ningún motivo. En estos casos es mejor dar un plazo y no pedir que la rabieta termine de inmediato, porque es prácticamente imposible.
Para las rabietas de tipo perturbador o destructivo, o que causan demasiada alteración en la casa, utiliza suspensiones temporales de juegos, salidas, de horario de TV, etc.
Trata en todo caso de actuar como padre/madre, no te burles de él/ella, no lo/a pongas en vergüenza delante de otros/as niños/as. Dale plazo a que se recupere, él/ella es un/a niño/a, por mucha vergüenza que te haga pasar, debes tenerle paciencia y actuar en forma lo más neutralmente que puedas. No reacciones con ira, eso sería como responder con otra rabieta hacia el/la niño/a.
Si las rabietas se hacen incontrolables y tienes miedo que el/la niño/a se haga daño hay que acudir a un especialista.
Tener emociones y sentimientos, sean cuales sean, es parte de la condición humana. Sentir es vivir. La tendencia educativa en la familia y en la escuela ha sido, y continúa siendo, la de controlar y eliminar cualquier manifestación abierta de los sentimientos (especialmente los negativos). Pero los/as niños/as no se inhiben. Ellos expresan los sentimientos fácil y naturalmente, de forma sutil, o bien, extremadamente intensa.
Sin embargo, deben aprender a manejar sus emociones ante la sociedad y a encontrar formas adecuadas de encauzar la » poderosa energía» con que nos cargan los sentimientos. Para ello, los/as niños/as dependen de la información que les proporcionan sus padres. Pero comprender las emociones y ayudar a nuestros/as hijos/as a expresarlas adecuadamente, no es una tarea fácil.
Con la primera rabieta, el/la niño/a descubre que éstas son una forma de controlar y manipular a sus padres, ya que éstos se agobian, se asustan… y la mayoría de las veces, ceden ante las exigencias y caprichos de éstos. De esta forma, las rabietas no cesan de repetirse.
Será importante que reaccionéis con calma y serenidad entendiendo este tipo de conductas, evitando en vosotros/as mismos/as sentimientos de fracaso, culpa…
Si se tratan adecuadamente estas situaciones, esta etapa desaparecerá progresivamente.